Sunday, August 26, 2007

Los pacifistas son ilusos peligrosos.

André Glucksmann: Los pacifistas son ilusos peligrosos; su idea es que les dejen tomar el té tranquilos

Carmen Méndez. Madrid

André Glucksmann es el enfant terrible de los pensadores franceses. Siempre polémico, apoyó desde el primer momento la intervención en Irak, defiende el derecho a la injerencia y pide una Europa que luche contra el terrorismo codo con codo junto a Estados Unidos.

“Demasiado respeto mata”. André Glucksmann deja caer la frase mientras sonríe con ese aire pop que tiene a lo Andy Warhol. “La supuesta legitimidad de un Consejo de Seguridad de la ONU que a menudo se muestra sordo y ciego no autoriza a dejar que los horrores aumenten y perseveren”.

El debate (y la polémica) están servidos. El filósofo francés, que ha presentado en España su último libro, Occidente contra Occidente (Taurus), sabe que sus opiniones no son políticamente correctas. Y está encantado de que sea así. La tesis de este ensayo breve –que desmonta la famosa teoría de Samuel Huntington del choque de civilizaciones– es que Occidente (término en el que engloba a los países democráticos) está “adormecido por el espejismo de la posguerra definitiva” y prefiere no enfrentarse al gran enemigo del siglo XXI, el nihilismo terrorista.

Pregunta: En su libro acusa a parte de Europa de utilizar la técnica del avestruz.

Respuesta: Para evitar el estupor que causó el 11–S, las elites europeas han preferido fabricarse un mundo confortable para huir de una realidad muy engorrosa. Han separado a cuchillo la cultura europea y la norteamericana porque quieren dormir tranquilos. Se ha fomentado el antiamericanismo. Creen que la amenaza del terrorismo nihilista sólo concierne a Estados Unidos, piensan. En parte, ellos se lo han buscado, por imperialistas. Se equivocan. Atocha ha confirmado que esta amenaza no es exclusiva de los norteamericanos.

P.: ¿Es un choque de civilizaciones?

R.: Para nada. Es un choque entre civilización y nihilismo. Los nihilistas están en el mundo musulmán, en Europa, en Asia, en todas partes. Destruyen por el placer de destruir. Lo hacen en nombre de la religión o del futuro.

P.: ¿Y cómo se defiende la civilización del nihilismo?

R.: Si hace falta, con la guerra.

P.: ¿Por eso defiende el derecho a la injerencia?

R.: Sí, porque el terrorismo, la tortura y la esclavitud bastan para legitimar la acción emprendida contra esas plagas.

P.: Como el historiador griego Tucídides, usted recuerda que los conflictos más intensos son los que enfrentan a iguales. Europa, ¿se ha equivocado de enemigo?

R.: No podemos hablar de Europa como si fuera un bloque, porque está dividida. Creo que Francia y Alemania se han equivocado hasta el fondo, porque consideraron que era mejor que permaneciera en Bagdad el dictador Sadam Husein que no ver a Bush entrar en Bagdad. Europa se dividió y de esa escisión son responsables quienes se unieron para luchar contra la guerra de Irak.

P.: ¿Cree que el eje París-Berlín tiene futuro?

R.: Espero que no. Quiero destacar que el hombre que me parece más inteligente dentro de ese campo de la paz es el ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer. Ha declarado, contradiciéndose, que no era conveniente crear un núcleo duro para dirigir Europa, y que no hay que luchar contra Estados Unidos sino contra el terrorismo. Pero volviendo al eje París–Berlín, creo que no tiene futuro. Sí lo tiene –y me preocupa mucho más– el eje París-Moscú. Es un enorme problema para el campo de la paz preferir a Putin antes que a Bush.

P.: ¿Por qué le preocupa tanto Putin?

R.: Rusia es peligrosa para todos los que le rodean: es el país que está llevando a cabo la peor guerra que existe hoy, la de Chechenia, una guerra de exterminación contra un pueblo muy pequeño. Rusia es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y se permite como tal condenar a todo un pueblo a la muerte. Sólo he visto manifestaciones contra Bush, no contra Putin, que no ha dudado en arrasar Grozny, la capital chechena, de 400.000 habitantes. Putin, además, está mermando las pocas libertades que había concedido Yelt-sin al pueblo ruso, como la prensa y la de opinión. El mayor problema que representa Rusia es el poder que tiene de molestar. Y se le permite.

P.: ¿El terrorismo checheno forma parte de ese nihilismo?

R.: Es cierto que hay formas de terrorismo nihilista checheno, como quienes secuestraron un teatro en Moscú, pero son una minoría. La mayoría de los chechenos está en contra de estos ataques contra los civiles y de quienes actúan como kamikazes. Pero existe el peligro de que todo esto derive en algo peor, porque Putin actúa como un bombero pirómano. El Ejército ruso ya lo hizo en Afganistán cuando devastó el país.

P.: ¿Qué papel juega la ONU en todos estos conflictos?

R.: Hay que reformarla. El Consejo de Seguridad ya no refleja el equilibrio de poder actual. Es una organización donde la mitad de los países están lejos de ser democráticos. La ONU ha dejado que sucedan dos genocidios, el de Camboya y el de Ruanda. Y en 2003, la comisión de derechos humanos estuvo dirigida por Libia. El régimen de Gadafi ha ocasionado más muertos que todo el Ejército americano en la intervención en Irak.

P.: ¿Por qué considera a los nuevos grupos pacifistas “cómplices del mal”?

R.: Son peligrosos porque son ilusos. Son buenos: quieren luchar contra las injusticias, como Don Quijote. Muchos manifestantes en Londres llevaban pancartas donde ponía ‘Make tea not war’. De acuerdo, bebamos tranquilos nuestro té porque la guerra es algo muy malo. Quienes se manifestaron contra la guerra de Irak lo hicieron por su paz, no por la de los iraquíes. Yo felicito a quienes se han atrevido a intervenir contra Sadam Husein. No se puede gritar con inocencia ¡viva la paz! cuando se trata de la paz eterna de las fosas comunes.