Sunday, August 26, 2007

El objetivo común de ETA y Al Qaida es matar la democracia

El filósofo André Glucksmann asegura que el 11-M «es una forma de dividir a los que tienen el placer de vivir, nosotros, de los que tienen el placer de matar, ellos»

Fue uno de los pocos franceses en afirmar que era más importante oponerse a Sadam Hussein que a Geroge W. Bush. El pensador francés Andre Glucksmann, que acaba de publicar en España su libro «Occidente contra Occcidente» (Taurus), asegura en esta entrevista a LA RAZÓN que la matanza del 11-M deriva del nihilismo, y no del Islam, como «una estrategia positiva de crueldad». Es el mal por el mal, afirma, la destrucción sinmás ideología que la destrucción.

Sus opiniones encienden la polémica con suma facilidad. Profesor de Filosofía, ex maoísta y crítico con el marxismo, autor de libros como «La estupidez: ideologías del posmodernismo» y «El undécimo mandamiento». La máquina de pensar del filósofo francés André Glucksmann (66 años) lleva más de tres décadas deshaciendo el nudo moral de la violencia, intentando desentrañar esos intrincados y secretos lazos que ahogaron Madrid el pasado miércoles. «Conmocionado» como todos por la violencia irracional del atentado múltiple, «nihilista» la define él, nadie podrá achacarle, sin embargo, no haber predicho las trágicas reverberaciones que provocaría el estruendo del 11-S, como hizo en su último libro, «Dostoievski en Manhattan».

-¿Dostoievski se ha mudado de Manhattan a Atocha?

-Sin ninguna duda, pero no lo digo yo. Es algo asumido por todos: lo ocurrido en los atentados de Madrid es el 11-S de Europa. Y verifica lo que escribí tras el horrible atentado de Nueva York. La nueva violencia nihilista supera el marco del Islam y, sobre todo, no tiene únicamente en su diana al enemigo americano, como pretendían algunos.

Sin fronteras

-¿Quiere decir que estamos todos amenazados por esta nueva violencia?

-Por desgracia, sí. Es el nuevo destino del planeta.

-¿Cambiaría su análisis el que se tratase de ETA o que fuese Al Qaida?

-Lo más terrible es que haya algo de común entre las dos hipótesis que se manejan. Que existan argumentos sobre la responsabilidad de ETA, y se encuentren otros que puedan explicar la autoría de Al Qaida demuestra que el terrorismo nihilista no tiene fronteras, ni ideológicas ni políticas. Su único denominador común es matar la democracia sea como sea. Al margen de que luego la policía determine quién es el culpable, filosófica y socialmente es inquietante que puedan ser tanto unos como otros.

-¿Cómo interpreta la reacción de la sociedad española?

-Los españoles han reaccionado ejemplarmente después de la matanza. Deben expresar lo que han sentido, porque la exteriorización del pensamiento sucede a la de los sentimientos y ya habrá tiempo para ella.

-Los neoyorquinos mostraron su solidaridad con las víctimas de diferentes maneras, pero no hubo manifestaciones organizadas en todo el país, como anteayer en España. ¿Estas iniciativas masivas de la sociedad permiten exorcizar mejor el mal de la violencia?

-Creo que sí, porque es toda la sociedad quien se siente atacada, aunque el número de víctimas sea limitado. Es una forma de dividir a los que tienen el placer de vivir, nosotros, de los que tienen el placer de matar, ellos.

-¿Ha entrado el mundo en un periodo de ruptura con el siglo XXI?

-Si algo caracteriza lo que bien podríamos denominar un «nuevo mundo» es un fenómeno desconocido y planetario: el terrorismo sin fronteras. Durante la guerra de Vietnam, los comunistas aterrorizaban, ergo practicaban el terrorismo, a su propia población, pero no ponían bombas en los Estados Unidos. George W. Bush lo explicó como un «eje del mal», aunque se equivocó en el concepto, porque no se trata de un eje sino de una red. Pakistán, mayoritariamente musulmán, ha reconocido que vendió tecnología atómica a un régimen estalinista como Corea del Norte, a otro chií como Irán y a Libia. ¿Qué tienen en común todos estos países?

-¿Qué otros rasgos definen este nuevo terrorismo?

-El terrorismo es la actividad amenazante de un hombre armado frente a otro hombre desarmado. Poco importa que sea de parte de unos clandestinos como ETA, o de un ejército, como las tropas rusas en Chechenia, que matan indiscriminadamente a la población civil, mujeres y niños, o asolan ciudades como Grozni, de una manera que no había visto Europa desde Hitler en Varsovia.

Resistencia

-¿Qué armas de defensa le quedan a una sociedad?

-En ocasiones, tendrá que ser policiales, en otras, militares (como las invasiones de Afganistán y de Iraq), pero lo esencial de la batalla está en las cabezas de todos los ciudadanos. Que expresen claramente que no se dejarán aterrorizar. La lucha de las mujeres iraníes o afganas que se niegan a que su religión las aterrorice también puede ser calificada de lucha antiterrorista.

-Perdone una pregunta algo simple para terminar la entrevista, ¿el mal tiene límites?

-En todas las sociedades a lo largo de la Historia se ha enseñado a la gente a limitar la violencia, a que no se puede matar a quien sea y como sea. Las cosas han cambiado. Hoy, dos tercios del planeta están tan desestructurados que en ellos hay gente capaz de matar por una casa, una mujer o sólo por placer. Un amigo, el escritor alemán Hans Christophe Buch, estuvo hace poco en Liberia. Hablaba con un chaval de trece años, líder de una banda, y le preguntó: «¿No tienes miedo de matar a tu hermana o a tu madre?» «Why not?» (¿Por qué no?) fue la respuesta.